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This is an authorized translation of an Eos article. Esta es una traducción al español autorizada de un artículo de Eos.
Las inundaciones se han convertido en un fenómeno habitual en el barrio de East Houston donde la ecóloga Jessica Díaz Vázquez creció. Cuando el nivel del agua sube, ella y otros residentes de esta comunidad predominantemente latinx se preguntan si los contaminantes de las plantas petroquímicas cercanas también llegan con las inundaciones.
“No conviene acercarse [al agua] porque realmente no se sabe qué puede contener”, dijo Vázquez, que ahora es miembro de la Oficina Nacional de Administración Oceánica y Atmosférica (NOAA, por sus siglas en inglés).
La suya no es la única comunidad que se pregunta qué hay en el agua. Según un nuevo estudio publicado en Frontiers in Ecology and the Environment, los lagos en comunidades donde más de una cuarta parte de los residentes son hispanos o personas de color tienen tres veces menos probabilidades de haber sido monitoreados, en cuanto a la calidad del agua, en comparación a áreas predominantemente blancas no hispanas en los Estados Unidos.
Ese es un gran problema, porque “si realmente estamos tratando de avanzar hacia una sociedad ambientalmente justa… necesitamos esos datos”, afirmó la científica de justicia ambiental, Rae Cade, de la Universidad Estatal de Montclair.
Disparidad profunda
Como estudiante de grado en la Universidad Estatal de Michigan, Vázquez había planeado investigar si la composición racial y étnica de las comunidades estaba relacionada con la calidad del agua en el entorno. “No pudimos llegar a eso”, dijo Vázquez. En cambio, ella y sus colegas descubrieron que dichos datos de calidad de agua a menudo no existen en las comunidades marginadas.
Para demostrar esta disparidad, Vázquez y sus colegas combinaron datos censales con información sobre la calidad del agua recopilada por el Consejo Nacional de Monitoreo de la Calidad del Agua.
Los investigadores enfocaron su estudio en los lagos y descubrieron que, antes que nada, las comunidades marginadas a menudo carecen de acceso a estos cuerpos de agua dulce. Solo el 18% de los lagos se encuentran dentro de grupos de bloques censales donde al menos una cuarta parte de los residentes son personas de color (POC, por sus siglas en inglés), y el 5% se encuentran dentro de grupos de bloques donde al menos una cuarta parte de los residentes son hispanos.
Y en estos lagos, el monitoreo suele ser poco frecuente. Solo el 7.5% de todos los lagos que se han monitoreado en el país se encuentran dentro de comunidades compuestas por personas de color, y el 1.7% se encuentran en comunidades hispanas. En casos donde se monitorean estos lagos, el muestreo suele ser menos frecuente y los registros no son tan extensos como en las comunidades predominantemente blancas no hispanas.
El sureste de los Estados Unidos es la única excepción. Aquí, se ha monitoreado el 7% de los lagos en las comunidades hispanas, frente al 6% en las comunidades no hispanas.
Relegados
“No creo que haya una sola razón” por la cual escasean los datos sobre estos lagos, dijo Cade. A veces, el dinero es probablemente el factor limitante, y otras veces podría ser algo tan simple como que las comunidades marginadas carecen de transporte público adecuado, por lo que los lagos en dichas áreas no son fácilmente accesibles para las personas que podrían monitorearlos.
Cade ha visto a través de su investigación que la incertidumbre sobre la calidad del agua deja a las personas con una sensación de inquietud. “Puede llegar a agobiar a las personas”, dijo.
“Se suma a esta sensación de sentirse atacado por tu propio medio ambiente”, dijo el sociólogo Stephen Gasteyer, basándose en su experiencia con personas que viven a lo largo del río Calumet, un cuerpo de agua extremadamente contaminado que se encuentra en las afueras de Chicago. Gasteyer también es investigador en la Universidad Estatal de Michigan, pero no participó en este nuevo estudio.
La sociedad estadounidense tiene una larga historia de racismo que continúa empujando a las comunidades marginadas a vecindarios menos deseables, acotó Nambi Ndugga, analista de políticas de la organización KFF de investigación, encuestas y noticias sobre políticas de salud. A menudo, faltan espacios verdes en estos barrios, y no le sorprende ver que los hallazgos del estudio publicado recientemente se extiendan a los espacios azules.
Sería interesante examinar por qué se descuidan los lagos en las comunidades hispanas y de color, dijo Gasteyer. La falta de recursos financieros puede no ser siempre la causa directa. Gasteyer recordó una ocasión en la que le pidieron a un estudiante suyo que analizara la calidad del agua de un lago dentro de una urbanización privada y acaudalada, y descubrió que “nadie tenía tiempo para presentarse a una reunión comunitaria, y mucho menos para llegar a un acuerdo que afirmara que [la salud del lago] era un problema comunitario”, dijo. De manera similar, las personas que viven en comunidades marginadas pueden trabajar muchas horas, lo que puede impedirles encontrar tiempo para participar en este tipo de campañas.
—Saima May Sidik, Escritora de ciencia
This translation by Rosana Aguilera Becker was made possible by a partnership with Planeteando and GeoLatinas. Esta traducción fue posible gracias a una asociación con Planeteando y GeoLatinas.
Text © 2024. The authors. CC BY-NC-ND 3.0
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